jueves, 18 de abril de 2013

En Idanha-a-Nova

 

Por la mañana, muy temprano, me desperté. Primero con el odioso sonido de mi despertador pero después, el canto de los pájaros junto de la ventana me ayudaran  a cargar baterías para más un día de trabajo.

Salí de casa para trabajar. El viaje fue maravillosa, aproveché la oportunidad de empezar el día contemplando la naturaleza pintada con varios colores.

 Abrí la ventanilla y desfruté del aroma intenso primaveral. Indiferentes al ruido de mi coche, los miles pájaros mantenían sus gloriosos vuelos. Es casi una descripción de un cuadro de pintura de un paisaje que tiene vida, movimiento.

Los rebaños de ovejas destacándose del mesclado de color verde, las vacas pastando. Al fondo vi los majestuosos caballos que armoniosamente paseaban como si la hierba fuese una pasarela. En ese momento un sentimiento de tranquilidad y libertad me invadió. 

El día se pasó, cerrada en aquellas paredes que me asfixian.

Para terminar el día, de nuevo en Idanha, en el jardín frente a la escuela, los árboles rodeadas por bandadas de incontables pájaros despertaban mí atención.

 Ahora, en esta última descripción , no es aconsejable que nos mantengamos muy cercano de estos animales pues con una actitud como esa podremos salir con alguna medalla poco deseada.

 

Curiosidad: En el concejo de Idanha-a-Nova hay 160 especies de aves diferentes.

3 comentarios:

  1. Me sentí, yo también viajando a través de estos sonidos que describes...

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  2. Yo tampoco me he sentido como se estuvise oiendo y presenciando todo los momentos descritos.

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  3. ?tampoco, Gezer? querrás decir también, ?no?

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