En Idanha-a-Nova
Por la mañana, muy temprano, me desperté.
Primero con el odioso sonido de mi despertador pero después, el canto de los
pájaros junto de la ventana me ayudaran
a cargar baterías para más un día de trabajo.
Salí de casa para trabajar. El viaje fue
maravillosa, aproveché la oportunidad de empezar el día contemplando la
naturaleza pintada con varios colores.
Abrí
la ventanilla y desfruté del aroma intenso primaveral. Indiferentes al ruido de
mi coche, los miles pájaros mantenían sus gloriosos vuelos. Es casi una
descripción de un cuadro de pintura de un paisaje que tiene vida, movimiento.
Los rebaños de ovejas destacándose del
mesclado de color verde, las vacas pastando. Al fondo vi los majestuosos
caballos que armoniosamente paseaban como si la hierba fuese una pasarela. En
ese momento un sentimiento de tranquilidad y libertad me invadió.
El día se pasó, cerrada en aquellas
paredes que me asfixian.
Para terminar el día, de nuevo en Idanha, en
el jardín frente a la escuela, los árboles rodeadas por bandadas de incontables
pájaros despertaban mí atención.
Ahora, en esta última descripción , no es
aconsejable que nos mantengamos muy cercano de estos animales pues con una
actitud como esa podremos salir con alguna medalla poco deseada.
Curiosidad: En el concejo de Idanha-a-Nova
hay 160 especies de aves diferentes.
Me sentí, yo también viajando a través de estos sonidos que describes...
ResponderEliminarYo tampoco me he sentido como se estuvise oiendo y presenciando todo los momentos descritos.
ResponderEliminar?tampoco, Gezer? querrás decir también, ?no?
ResponderEliminar